Elena Arizmendi, una mujer en la Revolución Mexicana
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Elena Arizmendi, una mujer en la Revolución Mexicana

Jehiely Hernández
INEHRM- FFyL/UNAM

 

“Los conflictos se resuelven con la cooperación de todo ciudadano útil y patriota, sin distinción de partido político o creencia religiosa”[1]
Carta de Elena Arizmendi dirigida a Lázaro Cárdenas, 1938. AGN

 

 

Elena Arizmendi, ca. 1916. Colección Particular Leopoldo Aguado

 

 

Hablar sobre Elena Arizmendi es adentrarse al mundo de aquellas mujeres de clase alta y media en México, antes, durante y posterior a la revuelta armada. Su participación en actividades de atención a los más desprotegidos y su inquietud por defender a la emancipación de la mujer en medio de una sociedad machista y misógina, fueron los ejes de su vida. En las siguientes líneas, el lector podrá conocer el ejemplo de una de las tantas mujeres que destacaron en un contexto particular.

 

Elena Arizmendi nació el 18 de enero de 1884 en la Ciudad de México. Una parte de su infancia estuvo bajo la tutela de su abuelo materno Manuel Mejía, quien fue general y secretario de Guerra y Marina durante el gobierno de Benito Juárez. Al regresar a su lugar de origen, fue inscrita en el Colegio de La Paz, conocido anteriormente como Colegio de San Loyola y popularmente llamado Colegio de las Vizcaínas, dedicada a la educación elemental para niñas.

 

Quedó huérfana de madre a los 14 años y adquirió la responsabilidad del cuidar a sus hermanos menores y atender las labores del hogar. En 1900, su padre contrajo nupcias con Rita Marquina, situación incómoda para Elena Arizmendi por la poca diferencia de edad que había entre ellas, por lo que apresuró a casarse un año después con Francisco Carreto en Chilpancingo, Guerrero. Esta experiencia marcó un punto de inflexión en su vida, ya que vivió violencia familiar y un embarazo complicado que concluyó en un aborto. Finalmente, optó por separarse de su pareja y regresar a su antiguo hogar para retomar el cuidado de sus hermanos.

 

La única alternativa que tenía Elena Arizmendi para adquirir independencia económica e intelectual era ejercer una profesión, las opciones eran limitadas, pues estaba entre la docencia o la enfermería. Elena se inclinó por la enfermería, que tenía poco de haberse establecido en México, sin embargo, decide partir a Estados Unidos e ingresar a la Escuela de Formación de Enfermeras del Hospital de Santa Rosa en San Antonio, Texas, en marzo de 1909. Dicho hospital fue administrado por la Orden de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado. Ahí fue donde practicó el espíritu de servicio social que más adelante aplicaría en un contexto militar.

 

Durante estancia en Texas, tuvo la oportunidad de conocer a Francisco I. Madero y a su esposa Sara Pérez, quienes se encontraban en calidad de exiliados. En la primera década del siglo XX, Texas se caracterizó como un centro antirreeleccionista, atrayendo a numerosos exiliados mexicanos que estaban en contra del gobierno porfirista, así como a colaboradores estadounidenses y agentes dobles. Después de exponerse a las posturas y los planes del movimiento revolucionario maderista en México, Elena se unió a él y decidió suspender sus estudios, un poco antes de graduarse, para regresar a México a finales de abril de 1911.

 

Ya de regreso a México, Elena se enteró de la atención limitada que ofrecía la Cruz Roja a los heridos en batalla en Ciudad Juárez, por lo que decidió crear una organización humanitaria el día 5 de mayo de 1911, en atención a las fuerzas revolucionarias con el nombre de Cruz Blanca Neutral bajo el lema “Por la Humanidad”. El 11 de mayo de 1911, la primera Brigada viajó a Ciudad Juárez, integrada por los doctores Antonio Márquez e Ignacio Barros, estudiantes de medicina y algunas otras enfermeras (entre ellas, Arizmendi).

 

Desafortunadamente, por la estrecha relación que Elena Arizmendi tenía con la familia Madero, despertó un movimiento de oposición en su contra al interior de la Cruz Blanca Neutral, en principio, acusada por traicionar el espíritu de neutralidad de la organización. La solución ante el conflicto presentado fue una desintegración por simpatías. Por un lado, se conformó la Sociedad de La Cruz Blanca Mexicana encabezada por Sara Pérez -presidenta honoraria- y por Elena -vicepresidenta-; y por el otro lado, se mantuvo el nombre de la Cruz Blanca Neutral integrada por el Dr. Márquez, algunos médicos y estudiantes de medicina.

 

"Familia Madero, Srita. Arizmendi y miembros de la Cruz Blanca", tarjeta postal, 05-1911, © (880554), México, Secretaría de Cultura – INAH – Sinafo – FN.

 

La Cruz Blanca Mexicana, constituida como una sociedad de beneficencia, comenzó a perder capacidad operativa en 1912 y finalizó sus actividades en 1913, año del cuartelazo contra Madero. Para enfrentar los cargos que le impuso la mesa directiva de Cruz Blanca Neutral, Elena Arizmendi solicitó los servicios de abogacía de José Vasconcelos, con quien posteriormente inició un proceso de madurez intelectual e ideológica.

 

En 1916, Elena Arizmendi cerró un ciclo de vida acompañada de José Vasconcelos, así fue como se adhirió a un pequeño contingente de revolucionarios que huyeron de manera clandestina a Estados Unidos. El objetivo de Arizmendi se centró en un proceso de independencia personal y empezar una nueva etapa de su vida. Ya establecida en Nueva York, se dedicó a diversas actividades, como dirigir una casa de huéspedes, impartir clases de música y crear publicaciones periodísticas. Su estancia en Norteamérica duró de 1915 a 1938.

 

En su incursión al mundo periodístico, Elena se inscribió en la primera ola del feminismo en Norteamérica al impulsar la fundación de la “La Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas” (también conocido como la Liga de Mujeres de la Raza), interesada en defender la posición social de las mujeres como sujetos autónomos y con independencia de criterio. Esta liga tuvo intereses feministas y literarios, contó con un órgano de comunicación de nombre Feminismo internacional, una revista mensual; en ella se publicaron debates contra el discurso homogéneo feminismo anglosajón, les dio voz a las reflexiones feministas en América Latina y, en varias ocasiones, incluyó una galería de personalidades ilustres de diferentes profesiones con el acento en sus aportaciones sociales y culturales. Cabe decir que, en la práctica literaria, también escribió una novela con tintes autobiográficos en 1927: Vida Incompleta. Apuntes sobre mujeres de la vida real.

 

La propuesta de un feminismo hispanoamericano que abanderó Elena Arizmendi, surgió en un contexto de debate conceptual entre los feminismos, los nacionalismos y los internacionalismos. La “Liga de la Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas” se declaró a favor del sufragio femenino, defendió el papel de las mujeres como sujetos sociales autónomos y con derecho a la educación y profesionalización. Su postura ante el sufragio femenino partía de un criterio excluyente de las mayorías y en sus palabras: “parece  inhumano  o  ilógico,  que  hombres  analfabetos  sean  considerados  como  ciudadanos  y  en  cambio  a  las  mujeres,  aun  a  las  más  cultas,  se  les  niegue  el  derecho  de  ser  ciudadanas  de  su  patria”.[2] La organización feminista a la que perteneció Arizmendi, se trataba de una red de intercambio cultural y comunicación transnacional, de carácter no gubernamental, con postura pacifista y conocida tanto en México, como Colombia, Uruguay y España. En 1935, Arizmendi fungió como presidenta de la organización.

 

Su labor como enfermera durante el fulgor del estallido armado fue reconocida hasta 1936, cuando la Cruz Blanca Neutral (CBN) le brindó un homenaje en vida. Arizmendi, dos años después de este acontecimiento, regresó a México, tiempo en el que se alejó de la vida pública y de las organizaciones feministas, pero con el empeñó de mantener vivo el proyecto de la CBN, a través de la asistencia social enfocado en la niñez mexicana, un dispensario médico y la policlínica en 1948. En sus últimos años, vivió en compañía de su hermana Dolores y, en 1949, falleció a sus 65 años de edad en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México. El sepelio se llevó a cabo en el Panteón Jardín, sin presencia oficial, ni publicaciones de esquelas fúnebres en los diarios de la capital, fue un hecho que vivió de manera muy íntima la familia de Arizmendi.

 

Con el paso de los años, en homenaje a su trayectoria y presencia en la historia nacional, se colocó su nombre en la tercera cerrada de Amores de la Colonia del Valle, ya que en vida ella nunca solicitó su distinción como Veterana de la Revolución a la Secretaría de la Defensa Nacional. Elena Arizmendi representa una figura que, desde su identidad de género, transgredió espacios sociales y políticos a principios del siglo XX y en décadas posteriores, desde la atención directa a los heridos en batalla hasta la defensa de los derechos de las mujeres latinoamericanas y sus realidades a través de letra y la conformación de redes feministas. Su personalidad y presencia merece mayor atención y análisis en el campo de la historiografía de las mujeres durante la Revolución Mexicana, así como en la investigación sobre la enfermería en nuestro país.

 

Fuentes consultadas

 


[1] Cfr. Gabriela Cano, “Elena Arizmendi, una habitación propia en Nueva York, 1916-1938”, en ARENAL, 18:1; enero - junio 2011.

[2] ARIZMENDI, Elena: Mujer: Periódico independiente para la elevación moral e intelectual de la mujer.  México, mayo 1929. Cfr. Gabriela Cano, “Elena Arizmendi, una habitación propia en Nueva York, 1916-1938”, ARENAL, México, núm.18; enero – junio 2011, disponible en: https://gabrielacano.colmex.mx/images/pdf/elena-arizmendi-habitacion-propia.pdf

Última modificación:
  Viernes 3 de mayo de 2024 14:45:17 por


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