Diez libros de diversidad sexual de la literatura mexicana
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Ernesto Reséndiz Oikión

 

El 26 de julio de 1978, en el marco de la conmemoración del inicio de la Revolución Cubana y dentro de una marcha que exigía amnistía y libertad de los presos políticos del 68, un grupo de treinta, quizá cuarenta (casi 41), homosexuales identificados con el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) irrumpió públicamente en las calles, con pancartas por la libertad sexual. El 2 de octubre de aquel año, la aparición pública del Grupo Lambda de Liberación Homosexual y del Grupo Autónomo de Lesbianas Oikabeth hizo patente la efervescencia vital del Movimiento de Liberación Homosexual (MLH) en México. En el desarrollo histórico de este movimiento social coincide la publicación de obras fundamentales para la que ahora se considera literatura LGBT (lésbica, gay, bisexua, travesti, transgénero y transexual) o literatura de la diversidad sexual mexicana. Los libros fueron una caja de resonancia de algunas de las discusiones del movimiento y un espejo privilegiado para reflejarse, reconocerse y construir una identidad propia con una cultura desafiante. La lectura de estas obras en el presente nos permite también rescatar una memoria que sistemáticamente fue silenciada e invisibilizada y que constituye un escaparate asombroso de la literatura mexicana del siglo XX. La propuesta de una decena de libros valiosos es también la posibilidad de delinear un canon distinto. A continuación comparto mi selección, asumiendo que en este listado no están todos los libros que son, pero sí son importantes todos los que están mencionados:

 

1. El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata

 

 

El 15 de junio de 1979 se publicó El vampiro de la colonia Roma, del joven escritor Luis Zapata, obra ganadora del Primer Premio de Novela “Juan Grijalbo”. Zapata había vencido la pretensión censora del editor y del mismo presidente de la república, que estalló contra la redacción del periódico Novedades, porque en 1978 en el suplemento “México en la cultura” se había publicado un adelanto de la novela. El libro se convirtió en un éxito de ventas instantáneo, porque en el transcurso de unas semanas se vendieron los 10,000 ejemplares de la edición príncipe, la segunda edición se imprimió el 30 de agosto de 1979, poco más de un mes después, con un tiraje de 15,000 ejemplares que también se agotaron pronto. Desde entonces, el libro no ha dejado de publicarse, en 2019 apareció una edición conmemorativa por el 40° aniversario de su publicación.
El vampiro de la colonia Roma situó a la narrativa mexicana en la punta de vanguardia por su transgresión doble, tanto de forma como de contenido. La obra significó una ruptura total con la forma gramatical (la ausencia de signos de puntuación y los espacios en blanco) que expresa de manera elocuente el ritmo del habla coloquial de la narración de Adonis García, un trabajador sexual que le cuenta a un entrevistador sus aventuras, desventuras y sueños homoeróticos, con la frescura y detalle de los mejores chismes. La actualización de la figura del vampiro como un moderno pícaro que disfruta su sexualidad al límite, mientras recorre los rincones de la Ciudad de México, llegó en el momento de la irrupción del Movimiento de Liberación Homosexual. Los jotos rompían el silencio y se hacían visibles en las calles y allí estaba Adonis García, esperándolos en la Esquina Mágica de la Avenida Insurgentes, para darles la mejor mamada de sus vidas.
Luis Zapata entrevistó a Osiris Pérez Castañeda, un célebre prostituto, para crear a su divertido protagonista: Adonis García. El vampiro de la colonia Roma marcó un parteaguas en la narrativa gay mexicana e influenció a generaciones más jóvenes de escritores. La novela es también un mapa del deseo de una Ciudad de México, que ahora sólo existe por el poder de la evocación literaria. La ciudad del sexo, donde tantas veces los lectores fuimos felices. La novela está dedicada “para Olivier”, tal registro amoroso corresponde al crítico de arte Olivier Debroise. Este libro clásico fue traducido al inglés por Edward A. Lacey, bajo el título de Adonis García. A Picaresque Novel, para la famosa editorial Gay Sunshine Press, de San Francisco.

 

2. “Ojos que da pánico soñar”, de José Joaquín Blanco

 

“¿Alguna vez el lector se ha topado con algún puto por la calle? ¿Ha sentido su mirada fija; lo ha visto aproximarse a pedirle un cigarro, hacerle conversación, sugerirle…?”, así empieza “Ojos que da pánico soñar”, el ensayo de José Joaquín Blanco que los lectores del suplemento “Sábado” del diario Unomásuno leyeron aquel 17 de marzo de 1979.“Ojos que da pánico soñar” es un título hermoso de una traducción afortunada de los versos de “Eyes I dare not meet in dreams”, de Eliot. La mirada turbia, esos ojos con los que los hombres ligamos a otros hombres, sin mediar palabras, sin necesidad de ellas, ha sido una poderosa manera para romper el hielo y provocar la complicidad.
La crónica de José Joaquín Blanco está dedicada a Carlos Monsiváis, y apareció publicada dos días antes de que José Joaquín cumpliera 28 años, el 19 de marzo. Un texto escrito en primera persona, como un salto al vacío. Qué mejor regalo de cumpleaños. Un ensayo potente donde su autor aventuraba una tesis sobre la homosexualidad en el país: “Mi tesis, aún bastante vaga, es que los homosexuales mexicanos de hoy –no necesariamente los de ayer ni los de mañana– al sufrir las persecuciones, represiones, discriminaciones del sistema intolerante, necesariamente estamos viviendo una marginalidad que además de su joda tiene sus beneficios: los valientes beneficios del rebelde, que no son intrínsecos a opción sexual alguna sino a una opción política”.
Porque lo personal es político, Blanco Alfaro escribió un agudo ensayo desde una perspectiva de clase, desde su lugar de enunciación clasemediero, y solidario con los jotos jodidos por el sistema depredador capitalista: “Hablo de los homosexuales de clase media. No me atrevo a hablar de la homosexualidad en la miseria. Somos tan poca cosa frente a ella: esos homosexuales de barrio, jodidos por el desempleo, el subsalario, la desnutrición, la insalubridad, la brutal expoliación en que viven todos los que no pueden comprar garantía civil alguna; y que además son el blanco del rencor de su propia clase, que en ellos desfoga las agresiones que no puede dirigir contra los verdaderos culpables de la miseria: esas locas preciosísimas, que contra todo y sobre todo, resistiendo un infierno totalizante que ni siquiera imaginamos, son como son valientemente, con una dignidad, una fuerza y unas ganas de vivir, de las que yo y acaso también el lector carecemos. Refulgentes ojos que da pánico soñar, porque junto a ellos los nuestros parecerían ciegos”.Las ideas planteadas lúcidamente por José Joaquín anunciaban lo que se venía en el mercado rosa y tienen una inquietante vigencia sobre la manera en que el mercado desactivó las posibilidades subversivas y revolucionarias de la homosexualidad. Los maricones no seremos aceptados por la dignidad de nuestros derechos, sino por el dinero que nos comprará un lugar en la sociedad. Un manifiesto que advirtió con claridad y profundidad la larga temporada en este infierno.
Este manifiesto/crónica/ensayo también fue publicado por los Cuadernos Magnus Hirschfeld, que algunos activistas gays distribuyeron de mano en mano, de mana en mana, a veces sin necesidad de palabras. La edición está bellamente ilustrada con grabados de David Hockney de la serie “C.P. Cavafy in Alexandria”. El texto también se incluyó en el libro Función de medianoche publicado por Era en 1981.

 

3.  Amora, de Rosamaría Roffiel

 

En 1989 se publicó Amora, de Rosamaría Roffiel, la primera novela lésbica feminista mexicana, con el sello de la editorial Planeta. La obra alcanzó el tercer lugar en ventas ese año, sólo superada por El general en su laberinto y Como agua para chocolate, según registró el crítico Antonio Marquet. En febrero de 1990 Planeta publicó la 1a reimpresión con un tiraje de 3,000 ejemplares. La crítica María Elena Olivera Córdova señala que la novela de Roffiel también circuló de mano en mana, de mana en mana, en fotocopias y, posteriormente, fue publicada por las editoriales Pax, Sentido Contrario (1999) y la española Horas y Horas (1997).
La novela narra la relación amorosa entre Guadalupe y Claudia, por ello, el título corresponde a la forma cariñosa “Amora”, como la llama Claudia a la protagonista y narradora. Guadalupe trabaja en el Grupo de Ayuda a Personas Violadas (GRAPAV) y milita en el movimiento feminista, por lo que la historia tiene un marcado sentido de sororidad y reciprocidad entre las mujeres, desde una perspectiva lesbofeminista. La narración sucede en distintos lugares de la Ciudad de México, lo que propone la ciudadanía de las lesbianas en el espacio público, a partir de la visibilidad. La sexualidad lésbica es narrada en escenas de deseo desbordado propio de las diosas. Amora tiene resonancias autobiográficas de la propia Rosamaría Roffiel.

 

4. Dos mujeres, de Sara Levi Calderón

 

El 27 de abril de 1990 se publicó Dos mujeres, de Sara Levi Calderón, seudónimo de una autora mexicana de raíces judías y de profesión socióloga que, por la aparición de su libro, enfrentó la lesbofobia de su padre y tuvo que exiliarse del país algún tiempo. La primera edición de la editorial Diana constó de 4,000 ejemplares y alcanzó el quinto lugar en la lista de ventas, se trata de la segunda novela lésbica, después de Amora. En contraste con el libro de Roffiel, Dos mujeres es la historia de amor de Valeria y Genovesa, dos mujeres judías de clase acomodada.
Valeria, la protagonista, estuvo casada en un matrimonio burgués, tuvo dos hijos, y, gracias a una terapia psicoanalítica, enfrenta la represión familiar y, poco a poco, se permite involucrarse amorosamente con otras mujeres, hasta conocer a la pintora Genovesa, también divorciada como ella. El deseo lésbico es descrito en episodios de gran intensidad. La narración se desarrolla en una trama cosmopolita que viaja de la Ciudad de México, pasa por Nueva York, con escalas en París y Salzburgo, y destino con vista al Mar Egeo. En 1991 se publicó la traducción The Two Mujeres, realizada por Gina Kaufer para la editorial Aunt Lute Books, de San Francisco. En 1995 se publicó la edición alemana con el título Wir sind zwei Frauen, traducida por Margarete Längsfeld, para la editorial Scherz Verlag. En 2014 la editorial española Egales publicó una nueva edición.

 

5. Cuaderno de amor y desamor (1968-1993), de Nancy Cárdenas

 

El 15 de marzo de 1994 se publicó Cuaderno de amor y desamor (1968-1993), de Nancy Cárdenas, bajo el sello Sentido Contrario, con un tiraje de 1,000 ejemplares, y un prólogo de su amigo Carlos Monsiváis. Se trata de una edición póstuma puesto que Nancy Cárdenas murió a causa de cáncer el 23 de marzo de 1994. Nancy Cárdenas, mujer de teatro, activista feminista de izquierda, y pionera incansable del Movimiento de Liberación Homosexual exploró en la poesía su faceta más íntima, que le sirvió como espacio de su memoria con otras mujeres, de regocijo de su sexualidad, de desengaño amoroso y de divertimento con humor, ironía y desenfado. Muchos de los poemas por su brevedad tienen el tono y la concisión de los poemínimos. En 2004 apareció la segunda edición, publicada por el Instituto Coahuilense de Cultura y la editorial Miguel Ángel Porrúa.

 

6. La estatua de sal, de Salvador Novo

 

Salvador Novo comenzó a escribir La estatua de sal en 1945, aunque la pretensión de redactar un texto de memorias se remonta a sus años juveniles. Novo entregó un borrador de sus memorias homoeróticas al editor Guillermo Rousset Banda. La publicación de la obra se fue aplazando, por la posibilidad de que el escritor prosiguiera la redacción. En 1979, Carlos Monsiváis, discípulo y biógrafo de Novo, entregó el manuscrito a los activistas del FHAR, quienes publicaron una parte en Política Sexual. Cuadernos del FHAR, que en la portada anunciaba un “Inédito de Novo”. En julio de 1980 se publicó la segunda parte en la revista Nuestro Cuerpo, también del FHAR, y otro fragmento en la revista Proceso. El libro se publicó de forma íntegra hasta 1998 por Conaculta y una década después, en 2008, en el Fondo de Cultura Económica (FCE), ambas ediciones con un prólogo de Monsiváis.
En La estatua de sal, Novo práctica una política de visibilidad que consiste en el balconeo de él mismo, de sus amigos y sus conocidos. Novo hace visible lo oculto, en un doble movimiento de ataque y defensa. Aunque el cronista abandonó la escritura de las memorias, esto no implica que La estatua de sal sea una obra incompleta, puesto que tiene una unidad de sentido y progresión narrativa coherentes, tan sólo se trata de una obra inconclusa, ya que no tiene un punto final que la cierra. La estatua de sal se detiene en el momento luminoso cuando Xavier Villaurrutia y Agustín Lazo se conocen por primera vez. El libro aborda la iniciación sexual, la educación sentimental y la formación literaria del cronista y al mismo tiempo se constituye como la mejor fuente histórica para conocer y recrear el mundo homosexual de la Ciudad de México de la primera mitad del siglo XX. Una obra profundamente transgresora, irónica, mordaz, descarnada y fascinante.

 

7. “Nocturno de los Ángeles”, de Xavier Villaurrutia

 

“Nocturno de los Ángeles”, de Xavier Villaurrutia, es el poema homoerótico más hermoso de la poesía mexicana del siglo XX. El título es un juego con la imagen homoerótica de los ángeles en la noche palpitante del deseo, y la referencia al ligue masculino en el puerto de la ciudad de Los Ángeles, California, donde Villaurrutia estuvo en 1936. El poema está dedicado al productor de cine Agustín J. Fink, y alcanza con gran intensidad todas las escalas del cielo de la noche angelina. La edición príncipe fue publicada bajo el sello de la editorial Hipocampo el 1° de diciembre de 1936, con un tiraje de apenas 100 ejemplares numerados. Ediciones del Equilibrista publicó una edición facsimilar en 1987, a partir del ejemplar número cien de la obra, firmado por Villaurrutia a Carlos Pellicer, y del manuscrito original, ambos resguardados en el archivo de Pellicer.

 

8. “Doña Herlinda y su hijo”, de Jorge López Páez

 

El relato de Jorge López Páez, “Doña Herlinda y su hijo”, fue publicado en el influyente suplemento “Sábado”, del diario Unomásuno en 1980. “Doña Herlinda y su hijo” alcanzó una amplia difusión por la aparición en un periódico de circulación nacional y, muy pronto, obtuvo el reconocimiento de su condición de clásico. La gran proyección de la historia se debió a la película homónima que dirigió Jaime Humberto Hermosillo en 1985. El relato tuvo otras publicaciones; por ejemplo, en 1993 se publicó en el “Semanario Cultural de Novedades” y en el libro homónimo del FCE. La crítica académica se ha ocupado del cuento y la película como referentes claves de la cultura gay en el país. La historia es una divertida comedia narrada por Moncho sobre sus amores con Rodolfo, un pediatra. Sin embargo, la gran protagonista de la trama no es la pareja de tapatíos, sino doña Herlinda, la mamá de Rodolfo. Doña Herlinda, que representa a todas las madres mexicanas, es un personaje paródico formidable. López Páez construye, con singular ironía, una celestina que, al mismo tiempo que reproduce el machismo, garantiza la unión de la familia tradicional, con acuerdos tácitos de tolerancia velada a las relaciones entre Moncho y Rodolfo, siempre y cuando su hijo cumpla con la obligación y expectativas de casarse y ser padre. Todo queda en familia: hasta la aceptación de la jotería o la bisexualidad. La historia funciona estupendamente porque da en el clavo de las dinámicas de las relaciones de poder al interior de la familia mexicana. La ropa sucia se lava en casa.

 

9. Poesida, de Abigael Bohórquez

 

Poesida es un libro póstumo de Abigael Bohórquez, puesto que el poeta murió en noviembre de 1995 en Hermosillo, Sonora. El manuscrito de la obra fue terminado en la capital sonorense en noviembre de 1991. Poesida ganó el Premio Internacional de Poesía convocado por el CONASIDA, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la UNAM en 1992. La edición príncipe apareció hasta 1996, por Ediciones Los domésticos, en Tijuana, Baja California. La segunda edición vio la luz pública en 2000, como parte de la colección “Voces del Desierto”, de La Voz de Sonora. La tercera edición se publicó por el Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste en 2009. En 2015 se publicó en Argentina una coedición por El Suri Porfiado Ediciones y Círculo de Poesía. En 2019 apareció otra edición publicada por la UACM y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Como su título lo indica, la obra es la poesía del sida, expresada desde el dolor y la belleza, y constituye un testamento poético sin concesiones del autor sonorense. Bohórquez fue el primer poeta en llevar el sida al terreno de la poesía mexicana. El libro es un memorial por sus amigos muertos, que trascienden en su memoria por el poder del verso/verbo encarnado. La obra es uno de los testimonios más conmovedores sobre la amistad, el amor y el luto. Un duelo personal que, por medio de la lectura, se transforma en un duelo colectivo.

 

10. Carta a mi padre, de Irina Echeverría

 

Carta a mi padre. Testimonio de una persona transexual con discapacidad, de Irina Echeverría, fue publicado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), en abril de 2008, con un tiraje de 15,000 ejemplares. Como el subtítulo lo indica, se trata de un testimonio valiente sobre la afirmación de la dignidad de ser quien eres. El recuento vital de Irina recupera desde su infancia en una familia con un papá militante de izquierda, expresa de forma elocuente el dolor de la enfermedad y los estigmas sociales que marcan con fuego a la persona por la brutal discriminación de la familia y la sociedad. Aunque la carta es un espejo triste de la memoria, también es una declaración vehemente por la libertad personal. Además, la vida de Irina Echeverría motivó el documental Morir de pie, dirigido por Jacaranda Correa en 2010.

 

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