La lucha LGBTTTIQ en la pantalla grande


La larga lucha en la pantalla grande
LUIS AGUILAR

Nada como este encierro será útil para el hartazgo. Y porque sé que están hartas y hartos de las diez películas que no debes perderte o cualquier ser culto debe haber visto, decidí detenerme en el siete.

 

Siete es en principio el número de la cábala y, además, mi número favorito. Así que para estos días de encierro, para que la ausencia del mundo en casa sea leve, este es un listado de opciones perfectamente prescindibles de películas de temática LGBTTTIQ que puedes no atender, pero que si atiendes, podrías disfrutar.

 

Y como necesitábamos un pretexto para ponerlas sobre la mesa, pues recordemos que un 26 de julio, pero de 1978, una marcha convocada en la ciudad para reclamar la libertad de los presos políticos del 68, permitió que un grupo de homosexuales, por primera vez en nuestro país, reclamara sus propios derechos.

 

Así que si andamos algo agobiados poniendo puntitos en las redes para que nos digan tal o cual cosa, pasemos a la pantalla grande, donde la lucha de los grupos de la diversidad sexual también han tenido un significativo espacio. Lucha por sus derechos, dentro de su comunidad o la familia y hasta consigo mismos, en un mundo donde históricamente se les ha regateado la integración y la plenitud.

 

 

Empiezo por God´s oun cowntry (2017) porque es de mis más recientes favoritas. Se trata de una película inglesa fresca, sin juicios —salvo los personales— que revisa una relación de amor homosexual en el mundo rural. En ella, un joven productor de ovejas (Josh O´Connor, el tímido Príncipe Carlos en The Crown) en Yorkshire, Inglaterra —quien procura aventuras apresuradas con algunos hombres en bares y baños públicos— deberá definir su vida tras la llegada a la granja de un inmigrante rumano (Alec Secareanu). El acierto de la película radica en la pausa con que transcurre en el día a día de los personajes sin llegar nunca a ralentizar la historia. La fotografía es impecable y las actuaciones de ambos son espléndidas. La cinta le dio a Francis Lee el premio a Mejor Dirección en el Festival de Sundance de 2017, ni más ni menos en su debut como director de largometrajes.

 

 

Otra cinta ampliamente recomendable es la historia de amor entre Timothy Connigrave (Ryan Corr) y John Caleo (Craig Stott), basada en hechos reales y dirigida por Neil Armfield. Holding the man (Australia, 2015) narra la historia de un amor juvenil que soporta el paso del tiempo y se sostiene hasta los últimos minutos de vida de John, quien muere a causa de complicaciones relacionadas con el VIH. La película es una muestra contrastante entre dos familias en relación con la sexualidad de sus hijos, pero también una narrativa del desastre cubierto siempre por la lealtad y el amor. La película es básicamente un drama amoroso que nos recuerda el conservadurismo dentro de las propias familias y se enfrenta a él, pero que al mismo tiempo coloca sobre la mesa de discusión otros derechos sociales de pareja.

 

 

De más atrás (Estados Unidos, 2006) y con otras intenciones, podemos disfrutar Shortbus, una cinta independiente que, eso sí, no es apta para menores de edad por una de las razones que precisamente catapultó a esta cinta en el mundillo cultural: sus escenas explícitas de sexo real, para lo que el director (John Cameron Mitchell) contrató lo que llamó “sextras”. La cinta se desarrolla principalmente en un local neoyorquino post 11-S, a donde acuden Jamie (PJ DeBoy) y James (Paul Dawson), en busca de solución a sus conflictos sexuales pero también emocionales. La cinta, de hecho, inicia con una masturbación completa seguida de un ataque depresivo de James, quien todo el tiempo se encuentra incómodo en el mundo, pasa el tiempo libre rodando un documental casero sobre sí mismo y piensa recurrentemente en el suicidio. El Shortbus funciona como una especie de centro multilateral donde los personajes habrán de encontrarse y descubrir secretos de sí mismos que ni ellos conocían. Es bueno aclarar que las escenas de sexo son recurrentes y explícitas, una cosa que debe tenerse en consideración a la hora de decidir con quién ver la cinta.

 

 

Torch song trilogy (Estados Unidos, 1988) es para mí una de las mejores y más atrevidas películas que se hayan rodado sobre la temática, el rechazo social y el riesgo para las parejas gays, considerando el tiempo en que se filmó. En una época donde las historias homosexuales no podrían terminar sino en tragedia, Paul Bogart saca el mejor provecho de la desdicha y nos invita a un viaje por la vida completa del entrañable Arnold Beckhof (Harvey Fierstein), un homosexual y drag queen profesional obsesionado con encontrar el amor. Y entre un bisexual del que se enamora y lo abandona por una mujer, y otras aventuras propias del melodrama, Arnold encontrará finalmente a Alan (un jovencísimo Matthew Broderick), con quien parecerá encontrar el amor soñado, incluido el anhelo de la adopción de un hijo. La cinta narra todas las peripecias del personaje, incluido el rechazo materno, espectacularmente actuado por la gran Anne Bancroft.

 

 

Do comeco ao fim (Brasil, 2009) es una película que levantó ámpula desde antes de su aparición. En algunas entrevistas, el director Aluizio Abranches ha dicho que varias personas y empresas a las que acudió en busca de financiamiento le sugirieron cambios por temor a la reacción del público. Él se mantuvo fiel a su guión y finalmente logró, gracias al productor Marco Nanini, dar a luz a esta incestuosa historia de amor. De principio a fin, como se tradujo en América Latina, narra la historia de Tomaz (Rafael Cardoso), un niño que tarda semanas en abrir los ojos y, cuando finalmente lo hace, mira directamente a Francisco (João Gabriel), su hermano mayor, de tan sólo cinco años. Hijos ambos de Julieta pero de distinto padre, la relación entre los ya adolescentes tomará tintes inesperados cuando empiecen juntos a explorar sus respectivas sexualidades y sentimientos; y a la muerte de su madre, cuando tienen 27 y 22 años, respectivamente, habrán de vivir una extraordinaria —nunca mejor usado el término— historia de amor. Esta no es una película —no está de más decirlo— apta para conservadores.

 


 

Los niños están bien (Estados Unidos, 2010) es también una de mis cintas favoritas de esta temática. No hay más que decir que las protagonistas son Annette Bening, Julianne Moore y Mark Ruffalo para que la curiosidad nos lleve a la cinta. Y a esta curiosidad inicial debemos sumas las extraordinarias actuaciones de Bening, lejos de todo sex appeal femenino; la timidez confusa del personaje de Moore y la desfachatez con la que Ruffalo interviene en la historia. La película cuenta la historia de Nic (Bening) y Jules (Moore), una pareja de lesbianas casadas y ambas con un hijo del mismo donante de esperma. Cuando el hijo menor incita a su hermana —que ya tiene 18 años— a la clínica de inseminación, finalmente encuentran al donante, quien entrará en la vida de todos y no de la mejor manera.

 

 

Y justo hablando de secretos, podrían dar en esta cuarentena un paseo cultural por Lilting, una película británica de 2014 dirigida por Hong Khaou. Después de cuatro años de relación oculta, Kai (Andrew Leung) se decide a contarlo todo y para ello invita a cenar a Junn, su madre (Cheng Pei Pei), internada en un geriátrico de Londres. Para esto pide a Richard (Ben Whishaw), su novio, que esa noche salga a dar un paso por la cuadra. Sólo que Kai no llegará a la revelación porque esa mañana, al caminar para tomar el bus rumbo a su trabajo, lo atropellan y muere. A partir de esa pérdida, y siendo casi unos desconocidos, Richard y Junn habrán de enfrentar, en medio de los resabios que sienten cada uno por el otro, una relación extraña en medio del duelo y otras barreras culturales: la madre no sabía de la homosexualidad de su hijo y, encima, no habla inglés. A través de una traductora contratada por Richard, ambos se irán acercando no sin dificultades hasta conseguir que, ya sin traducción de por medio, se establezca un vínculo íntimo entre los personajes y el recuerdo. Si ustedes eran seguidores de Whishaw desde El Perfume, no se pierdan esta cinta: su actuación es delicada y conmovedora. Para los cazadores de curiosidades, en la película aparece una versión en inglés de la canción mexicana Quién será la que me quiera a mí, de Luis Demetrio y Pablo Beltrán Ruiz.

 

En términos de lucha, este artículo cierra con un clásico: Philadelfia, una aclamada y pionera película sobre el VIH aparecida en Estados Unidos en 1993. Bajo la batuta de Jonathan Demme, Tom Hanks interpreta a Andy Beckett, un brillante abogado al que una firma poderosa despide tras enterarse que padece el virus. Hombre de leyes y seguro de que se comete contra él una injusticia, contratará para su defensa a Joe Miller (Denzel Washington) y juntos librarán una batalla épica no sólo contra la compañía sino contra los prejuicios sociales y los del propio abogado defensor. La cinta marcó un antes y un después en la difusión de los derechos de los enfermos de VIH y resarció la imagen que de un homosexual había presentado el propio Demme en la exitosísima The silence of the lambs, de apenas dos años antes. La historia es conmovedora y la actuación de Hanks, impecable, le valió el Oso de plata a Mejor Actor en el Festival de Berlín. La película, además, sumó dos premios Óscar y dos Globos de Oro.

 

Desde luego en la lista de la pantalla grande hay muchas más películas que abordan la temática y que, sin duda, merecen ser revisitadas. Viene ahora a cuento, por ejemplo, El lugar sin límites, esa extraordinaria novela corta de José Donoso llevada al cine bajo la dirección de Arturo Ripstein, con la magistral interpretación de Roberto Cobo como La Manuela; o aquel romance aparentemente extraviado en El callejón de los milagros, entre Don Rutilio (Ernesto Gómez Cruz) y Jimmy (Esteban Soberanes), a quien Chava (Juan Manuel Bernal) descalabra contra las losas cuando lo encuentra con su padre en un baño de vapor.

 

Si volvemos a salir de México, qué decir de Napola, una película alemana cuya historia ocurre en lo más alto del nazismo entre dos adolescentes de una academia hitleriana; o de Loev, una cinta india que debió ser rodada en secreto y que cuenta el romance entre un banquero de Wall Street y su “amigo”.

 

Cualquiera de estas cintas aporta, en términos generales, a una visión inclusiva de la diversidad sexual, sea desde la crítica, desde el drama o desde la mismísima comedia, y nos recuerda que los derechos, como las buenas películas, deben estar ahí para todos.

 

Última modificación:
  Lunes 20 de julio de 2020 11:31:30


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